Exhibición inaugural del ARTHOUSE
TEXTO Y CONVOCATORIA
“Una casa como yo”, es el nombre que Curzio Malaparte le diera a la casa que diseñó y construyó para vivir en ella durante el periodo de 19 a 1 9…Se ubica en la punta de una montaña rocosa en el Mediterráneo, en ……………Tomando en cuenta las debidas reservas cuando se habla de gustos y maneras de vivir; a primera vista, me parece que mucha gente se sentiría atraído, sino maravillado, de vivir en esa casa y, además, de considerarla como un arquetipo , por lo menos, en términos espirituales. Se encuentra, literalmente, en medio de la nada, en un paraje escondido, bellísimo pero sumamente hostil. Grandes rocas, un mar de una exquisita agua azul turquesa y el sol dorado del Mediterráneo, es lo que circunda el paisaje.
La casa fue construida de manera artesanal, Curzio y una familia de albañiles locales la edificaron. Los materiales utilizados fueron los nativos del lugar y sirven bien como aislante del clima y las grandes marejadas que llegan a pegarle cuando el mar crece. El diseño estructural de la casa posa “naturalmente” sobre el risco, haciendo que la casa parezca parte integral de él, al mimetizarse con las rocas y la pendiente. Las escaleras, único acceso terrestre a la casa, forman un esqueleto vertebrado que se ensancha conforme se acerca a la casa y, al llegar, se convierten en una magnífica terraza de piso rojizo. La terraza sitúa al ocupante ante una imagen idílica entre el cielo y el mar, convirtiendo así a la casa en adentro y afuera y, como holograma, estas dos dimensiones se combinan y confunden. No podemos separar el exterior del interior y viceversa, la casa se encuentra en equilibrio con su contexto, bello y hostil al mismo tiempo. Los dos se complementan y se significan uno a otro. En proporción correspondiente a la belleza del lugar y la casa, vivir en la naturaleza es duro y requiere mucho trabajo. No obstante, es precisamente este trabajo el que funciona como conciencia entre la casa y el contexto, I’m a like bird that has swallowed its own cage, dice Malaparte. La frase es de extraordinaria profundidad filosófica y abre innumerables caminos para la reflexión y la asociación de ideas entre los lugares que habitamos y nuestro cuerpo. Ultimadamente, las estructuras y los contextos que habitamos nos determinan de manera crucial y hay poca gente afortunada de construir una casa como él o ella. La mayoría acabamos viviendo donde podemos pagar o donde el destino nos ha llevado, a un espacio heredado, que estaba ahí, antes que nosotros. Ese espacio es la ciudad la mayoría de las veces, otras; el campo, o espacios intermedios, como los suburbios americanos, o de plano marginales como los nuevos multifamiliriares construidos por INFONAVIT. En el caso que sea, siempre habrá un contexto dado, dentro del cual el ser humano habita y, de la clase de relación que el individuo mantenga con ese contexto, dependerá el estilo de vida que construirá alrededor suyo. En este sentido, la casa, la calle, el parque, el quiosco de periódicos y el paso peatonal, y la ciudad, finalmente, son parte del mismo ente. Una casa como yo, es una exposición que se pregunta sobre el estado de las cosas del mecanismo-máquina-dispositivo que es la casa y los efectos que produce a diferentes alcances en el tiempo y el espacio. Para los habitantes de la urbe, la ciudad se acomoda constantemente, como capas telúricas, para cambiar una y otra vez de personalidad y formas de ser. La casa, sus habitantes, y la relación de esta con el exterior van acoplándose a lo acontecido. Por estas razones, la casa es, a tiempos, abierta y, a tiempos, cerrada y críptica.
Sin duda, la domesticidad ha sido abordada desde puntos de vista muy diversos y es un hecho cultural de índole universal que la casa sea el elemento donde se originan nuestras maneras de vivir y habitar el mundo como individuos. Ahora estamos intrigados por la vivienda y su capacidad de reproducir una cantidad inconmensurable de eventos que reproducen las actividades que se llevan a cabo puertas afuera. Es decir, el hogar como el lugar donde se acumulan objetos y experiencias que determinan la manera en que ejercemos la construcción social. La casa, entonces, es un espacio auto-contenido que funciona como límite entre el exterior y el interior. Es concha y nido a la vez, suave y dura, porosa y sólida. La casa, también, es extensión de la calle y, la calle, es extensión de ésta.
Entendemos que en todas las culturas hay diferencias en la interpretación de acciones y en la manera en la que la gente interactúa. Sin embargo, la función de la vivienda siempre tiene esta característica de universo propio, a veces independiente a su entorno. Como un pequeño consulado de ideas y actitudes propias. En estos casos, ¿sabemos cuáles son sus modelos? ¿Hay alguna forma o manera de descifrar sus reglas y constantes? En esta idea específica de la casa como espacio de diferencia e individualidad, ¿de qué manera condicionamos la interacción de un invitado en el espacio de nuestras viviendas?, ¿cuáles son los limites que permitimos que el ajeno traspase en éstas?, ¿cuáles las ideas con las que organizamos o colonizamos nuestros espacios habitables?, ¿cuáles los hábitos y rituales que formamos en y alrededor del hogar?; ¿podríamos seguir clasificando a la vivienda como una colección de cuartos más o menos pequeños divididos en espacios más o menos públicos y privados?; es entonces, ¿una reinterpretación de la ciudad en un ámbito controlado y condicionado?; ¿cuáles son los momentos en que la vivienda funciona como catalizador de lo exterior?; ¿cuáles son sus vínculos con su entorno?, y; ¿cómo influencia la célula al tejido y viceversa?
Entender estas gestiones que se llevan a cabo todos los días, nos permite entender a su vez a la ciudad como un conjunto de acciones que representan la suma de individualidades que forman y definen el carácter de una ciudad.
Por último, entendiendo a la vivienda como el lugar donde almacenamos nuestras memorias, ¿cuál es la capacidad de la vivienda para almacenar?; la de funcionar como un archivo; ¿cómo opera la vivienda en la organización de ideas, recuerdos, experiencias y objetos?; ¿hasta qué punto somos los habitantes de estos espacios contenidos por la casa y contenedores de ella? , es decir, ¿cómo definir la portabilidad de la domesticidad? La que se lleva dentro y fuera, y, ¿cómo puede ésta emanar en cualquier sitio?
En este sentido, la casa adopta la analogía que Gastón Bachelard hiciera entre ella y su estructura vertical, con sus rincones y lugares ocultos, así como los espacios más iluminados y transparentes de la misma, con la construcción psicológica del ser humano. La casa, así, se convierte en una especie de espejo y/o radiografía existencial de quien la habita, con sus reglas particulares y políticas de sociabilidad, su tamaño y grado de claridad arquitectónica.
Por otro lado, y en relación con la portabilidad de la domesticidad nos interesa saber qué significado tiene el coche como extensión del hogar y, a su vez, de qué manera forma parte del culto, casi religioso, a la domesticidad practicado a lo largo y ancho de la escalera socioeconómica y que es adoptado sin que el género o preferencia sexual sea una condicionante.
1. Los artistas interesados deberán mandar un portafolio digital (CD, DVD, website, blog) que muestre su producción más reciente;
2. Un escrito que describa físicamente el proyecto a llevar a cabo, cuando se trate de intervenciones al espacio;
3. Un escrito, de una cuartilla, que describa conceptualmente el proyecto;
4. Bocetos y/o collages(a mano, photoshop, 3d-max, etc) que muestren claramente las intervenciones al espacio;
5. Un portafolio digital (CD, DVD, website, blog) que muestre detalladamente la obra a ser expuesta, cuando se trata de trabajo en dos dimensiones que no impliquen modificaciones al espacio;
6. Ficha técnica por cada una de las piezas que se deseen exhibir;
8. La selección de los proyectos será decida por un comité multidisciplinario que pondere los alcances artísticos de cada una de las propuestas.